twiteros cubanos libres

Mostrando entradas con la etiqueta Asalto. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Asalto. Mostrar todas las entradas

lunes, 20 de agosto de 2012

@chavezcandanga #Ecuador #Venezuela Cuba Asalto la embajada de Ecuador (1981)

Juan Owen Delgado Temprana. Asesinado el 3 de marzo del 1981.En Villa Marista, Seguridad de Estado, La Habana.

Juan Owen, de 15 años, era estudiante de secundaria. Su padre, Rómulo, había sido jefe de seguridad marítima en Pinar del Río y era capitán del Ministerio del Interior (MININT). Se dio cuenta de que no estaba de acuerdo con el gobierno y que se sentía traicionado. Pero él y sus cuatro hermanos tenían una larga historia de servicio a la revolución.

Habían sido miembros del movimiento 26 de julio, que dirigía Fidel Castro en oposición a Batista y, al triunfo de la revolución, cuatro fueron a trabajar a Seguridad de Estado, para el Ministerio del Interior. El quinto se unió a las Fuerzas Armadas, peleó en Argelia y tenía el grado de teniente. Pascual Ovidio peleó en Argelia en los años sesenta y obtuvo el grado de teniente. Domingo Jorge y Rafael pelearon en Angola. Rafael, con grado de capitán, fue a Portugal a desempeñarse como oficial de inteligencia. Domingo, con grado de teniente, pasó a ser juez. Jesús peleó en Yemen en los años sesenta y estaba a cargo de ideología para las Fuerzas Armadas. Rómulo y Pascual Ovidio fueron los primeros en desencantarse y se integraron a la oposición.

Fueron traicionados por un allegado, el Dr. Otto Hernández Cosío y les avisaron que los iban a detener. Decidieron que la única opción que tenían era la de pedir asilo político y lo hicieron en la embajada de Ecuador con sus familias. Rómulo, su esposa y tres hijos, Juan Owen, de 15, Germán de 12 y Reylán, de 11, junto con nueve otros familiares (catorce personas en total -tres mujeres y cuatro menores de edad) penetraron la embajada de Ecuador con un revolver viejo y una pistola. Tan pronto entraron a la embajada, entregaron las armas.

El embajador, Jorge Pérez Concha, les dio asilo enseguida y empezaron las negociaciones para sacarlos del país. Una semana más tarde, salió a buscarles comida. Casi de inmediato, tropas cubanas tomaron la embajada, sin autorización del gobierno de Ecuador. Todos fueron detenidos, los menores separados de los padres.

Nueve días más tarde los padres fueron informados que su hijo Juan Owen había muerto. Los llevaron al cementerio sólo unos minutos para enterrarlo. Luego supieron que el cadáver había sido desenterrado y llevado a otro lugar. Como el caso estaba recibiendo atención internacional, el gobierno cubano dio dos versiones de muertes accidentales. Según testigos de la familia, Juan Owen había sido devuelto a casa luego de sufrir una salvaje golpiza a mano de sus captores en la sede de Seguridad de Estado de la Habana, en el antiguo colegio de Villa Marista. Una de las orejas le colgaba de la cabeza. Su rostro estaba lleno de moretones y los ojos hinchados. A los pocos días entró en coma y murió.

A pesar de las protestas de Ecuador, los padres y tíos de Owen fueron sentenciados a prisión, la madre por quince años, el padre por 42 años y medio. Los demás, salvo los menores, también. Domingo, el hermano juez que no había participado del intento de asilo, abandonó su cargo y los representó en el juicio. Por esto, fue puesto en prisión por ocho años. Gracias a las gestiones del gobierno ecuatoriano y cierto apoyo internacional, se acortaron algunas sentencias. Rómulo salió de prisión a los quince años.

Fuentes: Testimonio del tío, Pascual Delgado, al Archivo Cuba, 18/2/2007 y 1/3/2007. La familia conserva amplia documentación de las gestiones del gobierno de Ecuador a partir del pedido de asilo. Mirta Ojito, “A Heartfelt Campaign for Cuban Hostages,” The Miami Herald, Sunday, October 25, 1992, p. 1J.

domingo, 22 de julio de 2012

26 de julio: nada que celebrar


Enigmas y paradojas del Moncada

LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Acercándose la celebración por un nuevo aniversario del fracasado y publicitado asalto al cuartel Moncada, en 1953, resulta oportuno revisar ciertos pormenores del suceso que, curiosamente, la hagiografía oficialista siempre ha  esquivado abordar.
En primer lugar, hubiera sido algo insólito que tuviera éxito el plan de tomar por asalto el segundo cuartel militar más importante del país, sin que la mayoría de los asaltantes tuvieran la menor oportunidad de conocer con anticipación detalles de su estructura interna, distribución de los efectivos, las salidas, puntos débiles, etc.
Cualquiera que haya visto una película de ficción sobre un simple robo bien orquestado, habrá observado que siempre los atracadores ensayan minuciosamente todos los posibles escenarios y sus alternativas. Pese a las razones de discreción para garantizar la sorpresa, alegadas por los historiadores que han investigado el asalto, es evidente que la poca preparación táctica y estratégica claramente indican que fue un plan atolondrado, una masacre anunciada sin la menor posibilidad de éxito.
En segundo lugar, el hecho de que los atacantes se disfrazaran con el mismo uniforme que vestían los soldados de la República, añade un elemento artero a la acometida. El Convenio de Ginebra, de 1929, establece que el uso del mismo uniforme del adversario para sorprender en una acción bélica anula sus derechos al prisionero de guerra. Fue otro vil actuar de los autodenominados “moncadistas”, que incitaría en su momento la sed de venganza de los contrarios y la ejecución inmediata de un grupo de atacantes. Hoy, un acto así, sería considerado terrorismo.
Sólo nueve años antes del ataque al Moncada, en la ofensiva alemana de las Ardenas, comandos nazis conformados por ex-ciudadanos norteamericanos de origen germánico, se introdujeron entre las filas norteamericanas disfrazados con el uniforme de los soldados de Estados Unidos, matando a muchos por sorpresa. Al ser capturados aun vistiendo ese uniforme, fueron ejecutados.
El ejemplo quizás no justifique las golpizas y la masacre de los jóvenes capturados en el Moncada, pero ciertamente aporta otros elementos para poder juzgar con mayor equidad ese lamentable hecho. No hay que olvidar que los que dispararon primero fueron los asaltantes, matando alrededor de una veintena de soldados. Y los disparos de respuesta tardaron, precisamente por la confusión causada por los uniformes de los asaltantes. Se olvida que aquellos soldados de la República también eran cubanos, y la mayoría cayó en los primeros momentos del encuentro, tiroteados y masacrados sin tregua por los atacantes.
Un hecho singular se destaca, por la escasa investigación académica y documentación con que ha sido avalado. Me refiero a la atroz tortura que supuestamente sufrieron los asaltantes Abel Santamaría y Boris L. Santa Coloma.  Pese a la tenacidad con que los revolucionarios -después de su triunfo en enero de 1959-  persiguieron a sus antiguos enemigos, nunca se revelaron los nombres, ni las imágenes de los sádicos que ejecutaron las supuestas atrocidades.
Con tanta tinta gastada en divulgar otros pormenores del asalto al cuartel Moncada, ¿por qué no se conoce quienes fueron los verdugos y torturadores?  ¿O será que fueron capturados y juzgados expeditamente? ¿Quiénes fueron los médicos forenses que examinaron los cadáveres de los dos asaltantes y dónde están los certificados de defunción que establecen la emasculación de Coloma y los ojos arrancados y las quemaduras de Santamaría? ¿Cómo es posible que sobre estos hechos no exista información exacta?  Resulta sospechosa la omisión, teniendo en cuenta la supuestamente rigurosa pesquisa histórica mantenida por más de medio siglo sobre el hecho.
La reacción de alevosía desatada con el irresponsible y sangriento asalto terrorista al cuartel Moncada sigue siendo hoy un signo de fatalidad que marcó nuestra Historia. Fue un motivo esencial para que la dictadura autoritaria de derecha de Batista respondiera asesinando a cubanos en las calle y marcó el inicio de un ciclo sangriento, que la nueva dictadura -totalitaria, de izquierda y mucho más larga y cruel que la anterior- continuó, con el asesinato de más cubanos en el paredón de fusilamiento.
Los cubanos no tenemos nada que celebrar en esa infausta fecha.
Posteado por: “Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos”