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miércoles, 4 de diciembre de 2013

La progresiva desmoralización del régimen raulista.

La progresiva desmoralización del régimen raulista.

Aunque muchos no lo crean en el exterior, Fidel Castro mantenía una aureola de
benefactor ante los ojos del pueblo cubano, preocupado entre comillas, por la situación de la población, por sus carencias y por sus necesidades. Pendiente de los refrigeradores, televisores y hasta de las ollas arroceras, que necesitaba la familia cubana. Raúl por el contrario, tiene la imagen del déspota despiadado, usurero e inhumano, con la corona del saqueador. No importa que la prensa internacional lo siga vendiendo como un reformista mesurado.

A Raúl Castro la población cubana nunca le ha concedido legitimidad, ni siquiera en los albores de la cacareada revolución fidelista. Allí se lo tenía como un parricida inmisericorde y vengativo, que cuando Fidel le dijo que se agotaban las balas con tantos fusilamientos, comenzó con los ahorcamientos. En verdad nunca he conocido quienes fueron los ahorcados ni he visto ninguna imagen de ellos.

Tampoco sé si se construyó algún patíbulo, como el situado frente al Palacio de las Ursulinas en la Habana intramuros y que se mantuvo hasta 1810 o si les ahorcaban en el primer árbol que se encontraban en el camino, porque no se divulgó en la prensa y no he visto fotografías de esos sucesos,  aunque ciertamente, eso es lo que  dice la gente. Los supuestos ahorcamientos debieron haber ocurrido en Santiago de Cuba.

De todas formas Raúl posee muy mala reputación entre los cubanos y está ahí en el poder, únicamente por la fuerza de las armas, de sus aliados y de sus esbirros, pero  sobre todo, por ser el hermanísimo del sátrapa destartalado, exclusivamente por eso. Ni por los méritos obtenidos, ni por las “batallas” ganadas. Ni durante las escaramuzas de la Sierra Maestra, la Sierra Cristal, ni en ningún otro lugar del planeta Tierra. Quizás en Marte.

Con sus grados de general, regalados por Fidel, al ka pone y al ka quita los grados, aun hoy dentro de su singular investidura de yerbero mayor y Ogún da che de la nomenclatura revolucionaria. De Raúl se dicen horrores, pero no vale la pena repetirlos aquí, porque él los conoce de memoria, también los que se mueven a su alrededor y claro está,  los cubanos que los repiten  a voz en cuello. 

En un sistema de terror, persecución y despojo, como el implantado en Cuba, no se realizan encuestas, ni siquiera secretas, pero la aprobación que debe tener Raúl dentro de la población cubana, debe rondar el doscientos por ciento, pero en negativo ( -200%) y con un margen de error, cercano al 0%.

Todos los días de la vida observo la represión permanente, a la que está sometida la población habanera. Sobre todo en mi barrio, el más céntrico de la Habana, lindante con el kilómetro cero, no el punto cero, que es el de ellos. Este, que es “propiedad”  de nosotros, el barrio de los derrumbes o sea, en los alrededores del Capitolio Nacional.

El camión de la policía, al que llaman “El dragón tragón”, porque todo lo que pueden, lo decomisan y lo suben al furgón (esto es, se lo tragan literalmente) y que se dedica a reprimir a los trabajadores por cuenta propia y a cuando vendedor ambulante o persona con algún bulto o paquete les pase por el lado. Han perdido tanto el prestigio y la efectividad que a los mismos policías les da vergüenza participar en el operativo.

Me contaban, que algunos de los policías de guardia, se escabullen para que no los incluyan en el operativo, poniendo mil pretextos. Dicen que les da pena las miradas inquisitivas de los transeúntes y de los trabajadores, que llegan incluso al insulto, llamándoles corruptos y hasta delincuentes. “La gente está irritada y muy contrariada con esto de los operativos y el corre, corre que se forma, no nos dejan trabajar en paz”, dice uno de los cuentapropista, “de nada vale que paguemos las licencias con puntualidad, siempre te señalan alguna falta y ahí te va la multa millonaria, nunca se queda bien con ellos”

En la mañana de este martes 3 de diciembre, vi el camión y a varios policías que eran su avanzada, uno de los policías alerto a un invidente y a su compañera de ventas, para que recogieran las cosas, antes de que llegaran los Jefes y así se salvaran del operativo y de las multas.

La gente continúa con su venta una vez que los policías se retiran. Ya la policía anda incluso sin los inspectores, que son ciertamente los autorizados a operar, pero el desgaste de la policía y de los inspectores es notable y los vendedores se mantienen en sus trece, siguen vendiendo los mismos productos prohibidos. O cambian las disposiciones o revientan, porque la gente persiste. Veremos a partir de enero, cuando se asegura que apretarán la mano.

Yo me la juego al canelo, como dice el dicho, que Raúl perderá la batalla contra los vendedores y los trabajadores cuentapropistas, deberá abdicar y permitir que hagan lo que les venga, literalmente en ganas, así no más. Hacerse los bobos, los chivos con tontera o los de la vista gorda, que es lo mismo y legalizarlo todo, absolutamente todo y que la gente haga lo que mejor le convenga. Dejarla tranquila si no quiere que comiencen los porrazos y la sublevación ciudadana. En definitiva, este país es de los cubanos y no de Fidel ni de Raúl, que son unos usurpadores.

Veremos si el chino de Cantón es, inteligente, un suicida o un Kamikaze. Los chinos podrán ser guapos, pero este de nosotros, es un ilustre pendejo.


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